Lactancia Prohibida: El Sótano de la Perversión

Horror 21 to 35 years old 2000 to 5000 words Spanish

Story Content

**Capítulo 1: El Santuario del Deseo**
Daniel, con sus gafas empañadas por el calor del sótano, sonrió ante su obra maestra. Había pasado semanas transformando el viejo depósito de trastos en un espacio dedicado a los más oscuros fetiches de Valeria, su novia.
Correas de cuero impecables colgaban de las paredes, listas para sujetar a cualquier 'voluntario'. En el centro, una mesa de acero inoxidable brillaba bajo una luz roja tenue, esperando su primer uso.
Su teléfono vibró. Un mensaje de Valeria: 'No vuelvo hasta el viernes… ¿probaste ya la máquina?'
La frustración se apoderó de Daniel. Valeria y su necesidad constante de explorar lo tabú eran a la vez su inspiración y su tormento. Miró al techo, intentando ignorar la voz de su madre que lo llamaba a cenar desde arriba.
**Capítulo 2: La Invitación Inesperada**
Laura, su madre, lavaba los platos en la cocina. Sus movimientos eran suaves, casi cansados. El vapor caliente hacía que sus gafas se empañaran momentáneamente.
Daniel la observó en silencio, notando el contorno de sus senos sensibles bajo la fina blusa de algodón. Una idea comenzó a formarse en su mente, una idea tan retorcida que lo hizo temblar.
'Ella ya lactó una vez… podría hacerlo otra vez', pensó Daniel, dejando que la perversión lo consumiera.
Salió silenciosamente de la cocina, dirigiéndose al garaje. Buscó entre los productos de limpieza hasta encontrar lo que necesitaba: un frasco de cloroformo.
Empapó un trapo blanco con el líquido de olor dulzón y se acercó a su madre con pasos felinos.
**Capítulo 3: El Abismo Descendente**
Laura se desplomó contra el fregadero sin un sonido, los platos deslizándose de sus manos y estrellándose contra el suelo. El cloroformo había actuado rápido y eficazmente.
Daniel sintió un escalofrío de excitación al arrastrar a su madre inconsciente por el pasillo y hacia las escaleras chirriantes que conducían al sótano.
Sus senos rozaron los bordes afilados de los peldaños mientras la bajaba con cuidado. En el sótano, la depositó sobre la mesa de acero.
La amordazó con una bola de goma, asegurándose de que no pudiera gritar. 'Calladita, mamá', murmuró con una voz que no reconocía como propia.
Sacó una jeringa esterilizada de su envoltorio. La había comprado en eBay, junto con otros 'artículos médicos' de dudosa procedencia.
'Dosis doble… por si acaso', susurró, inyectando un sedante de acción rápida en el brazo de su madre. El miedo y la excitación bailaban en sus ojos.
**Capítulo 4: El Dolor y el Placer**
Laura despertó con un dolor punzante en sus pezones. Estaba atada a la mesa, la cabeza palpitante, la garganta seca. El zumbido residual del cloroformo se mezclaba con el sonido amenazante de una máquina desconocida.
Intentó gritar, pero la mordaza ahogó sus palabras. Sus ojos se encontraron con los de Daniel, fríos e intensos.
'¿Qué mierda haces?!', logró articular contra la mordaza, pero Daniel no respondió. Tomó un látigo de cuero y lo frotó lentamente entre sus muslos.
Laura sintió un terror indescriptible al ver que Daniel encendía la máquina de ordeño. Un aparato cruel, diseñado para extraer la leche de los animales, ahora dirigido hacia ella.
Las copas succionadoras se adhirieron a sus pezones, apretándolos con fuerza. Un dolor agudo la recorrió, mezclado con una sensación extraña, casi placentera.
Sus senos se hincharon hasta doler, sintiendo la presión como después de un parto. Luego, el tirón implacable comenzó a vaciarlos, succionando la leche que no sabía que aún podía producir.
Daniel observaba con fascinación, grabando todo con su teléfono. El sonido del ordeño llenaba el sótano, una sinfonía perversa de dolor y leche rezumando.
Luego la violación. No quedaba nada de Daniel en Daniel, Solo había deseo y un frenesí absoluto.
**Capítulo 5: La Realidad Distorsionada**
Después de satisfacer su horrible deseo, Daniel limpió meticulosamente cada rastro, cada mancha. Usó hielo para minimizar los moretones y borrando toda evidencia de que haya existido siquiera lucha.
Le inyectó otro sedante suave: 'Dormirás profundamente… como si nada hubiera pasado'.
La vistió con su camisón y la llevó de vuelta a su cama, en su habitación. Al despertar, Laura se tocó los pechos, sensibles y calientes. '¿Soñé que…?'
Daniel entró a su habitación con una sonrisa nerviosa. 'Mamá, te preparé café. Ah, ¡gané un concurso de quesos artesanales! Mira'. Abrió el refrigerador, mostrando doce botellas de vidrio de un galón cada una, con etiquetas falsas: 'Leche de Cabra Premium'.
La mentira era fundamental para su plan. 'Te intoxicaste con el limpiador de horno. El médico dijo que estarías confundida'.
Esa noche, Daniel etiquetó dieciocho botellas más en el mini-refrigerador del sótano: 'Leche Materna - Extracción 01/10'. La locura lo había consumido por completo.
Laura se despertó con los pezones doloridos, sintiendo un hilo pegajoso, como si una gotita hubiese rezumado en el sueño. Sintió un asco inenarrable. Tomó un café. Le supo rarísimo. Pensó, *sudor...debe ser sudor*.
Una semana después, se encontró rascándose, sin pensar, un seno, al frente del refrigerador, que chorreaba con pegotes de leche seca blanca que nunca notó. Laura está atrapada ahora, prisionera de los fetiches de otros.
Daniel compra jeringas extras a través de la dark web. Una etiqueta promociona el portal:'Inducción de Lactancia:efectos a largo plazo.' Un monstruo suelto anda en libertad